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Los familiares de personas con esquizofrenia tienen mayor riesgo de desarrollar la enfermedad. El riesgo es progresivamente mayor en los familiares gen�ticamente m�s parecidos a los que padecen esquizofrenia. Estudios realizados con sujetos adoptados en su infancia indican que el riesgo de padecer esquizofrenia aumenta en los familiares de los casos identificados y que se debe mas a razones de herencia que ambientales. En los hijos de enfermos con esquizofrenia se observa un aumento de prevalencia similar, tanto si han sido criados por sus padres biol�gicos como por sus padres adoptivos. Asimismo, los antecedentes familiares de sujetos con esquizofrenia que han sido criados por padres adoptivos revela un incremento de prevalencia entre los parientes biol�gicos, pero no en las personas relacionadas con el paciente como consecuencia de la adopci�n (Heston, 1996; Kety y col., 1968; Kety y col.; 1975; Tienari y Wynne, 1994).

La hip�tesis del neurodesarrollo / �ltimamente ha surgido una teor�a que sostiene que la esquizofrenia es un trastorno del neurodesarrollo (Weinberger, 1995�) "en el que la lesi�n primaria cerebral o el proceso patol�gico tienen lugar durante el desarrollo del cerebro, mucho antes de que la enfermedad se manifieste cl�nicamente" (Weinberger, 1995b). Seg�n este punto de vista, las personas que padecen esquizofrenia pueden haber sufrido alg�n tipo de alteraci�n del desarrollo cerebral durante la gestaci�n, en particular durante el segundo trimestre. Por diversas razones neurobiol�gicas, el trastorno se manifestar�a solamente al principio de la edad adulta, cuando algunos sistemas neuronales concretos que maduran mucho despu�s del nacimiento, se revelan incapaces de afrontar diferentes tipos de estr�s psicosocial y visicitudes propias de la vida.
     Aunque este punto de vista es todav�a hipot�tico (Cannon, 1997), hay distintos tipos de evidencia que tienden a apoyarlo. En concreto se ha demostrado que complicaciones en el embarazo y el parto multiplican, entre dos y tres veces, el riesgo de padecer esquizofrenia, probablemente por el da�o originado en el cerebro en desarrollo (McNeil, 1998; Geddes y Lawrie, 1995; Goddman, 1988; Kendell y col., 1996). La hipoxia perinatal (falta de oxigeno en el feto), que acaece en el 20%-30% de las personas que padecen esquizofrenia, parece ser un factor importante, si se comparan estos datos con la tasa del 5% al 10% en la poblaci�n general (McNeill, 1988; Cannon, 1998). El riesgo de esquizofrenia aumenta con el n�mero de compliaciones perinatales (McNeill, 1988; Kendell y col., 1996; Eagles y col., 1990; O�Callaghan y col., 1992; Gunther-Genta y col., 1994).
     Por otra parte, el riesgo de da�o cerebral intrauterino aumenta si la mujer embarazada contrae una enfermedad v�rica. As�, al final del invierno y en primavera nacen m�s personas con esquizofrenia que en otras estaciones del a�o (Torrey y col., 1988) y la proporci�n de afectados por este trastorno y nacidos en este periodo aumenta tras epidemias de enfermedades v�ricas como la gripe, el sarampi�n y la varicela (Mednick y col., 1987; O�Callaghan y col., 1991; Barr y col., 1990; Sham y col., 1992). No obstante, las infecciones v�ricas de la madre representan probablemente s�lo una peque�a fracci�n del aumento de riesgo de padecer esquizofrenia (Adams y col., 1993; Wilcox y Nasrallah, 1987).).

�Existen anomal�as f�sicas en el cerebro asociadas con la esquizofrenia? / En algunos pacientes con esquizofrenia se han identificado alteraciones cerebrales. Estas modificaciones en la estructura y funci�n del cerebro han sido detectadas mediante el an�lisis del tejido cerebral tras la muerte, as� como por medio de las nuevas t�cnicas de neuroimagen que se utilizan para examinar el cerebro en vida. La tomograf�a axial computerizada (TAC) y la resonancia magn�tica (RM), proporcionan im�genes de la estructura del cerebro. La RM funcional y las t�cnicas isot�picas, como la tomograf�a de emisi�n de un solo fot�n (SPECT) y la tomograf�a de emisi�n de positrones (PET), han podido demostrar cambios en el flujo sangu�neo cerebral regional (rCBF) y modificaciones en el metabolismo y en la bioqu�mica cerebrales.
     Los primeros estudios de tomograf�a axial computerizada mostraban anomal�as en muchos pacientes con esquizofrenia, sobre todo asimetr�as del cerebro y del sistema ventricular que afectaban especialmente a los l�bulos frontales y al hemisferio izquierdo. Esta asimetr�a no est� relacionada con la evoluci�n o la duraci�n de la enfermedad ni con el tratamiento, afecta tambi�n a la envoltura craneal (Messimy y col., 1984) y no aumenta durante el curso de la enfermedad (Vita y col., 1997). Por tanto, se considera que las anomal�as reflejan fen�menos que tuvieron lugar durante el desarrollo precoz del cerebro. Estudios de resonancia magn�tica han obtenido resultados similares (Andreasen y col., 1986). La correlaci�n con los antecedentes familiares de la enfermedad, la �poca del nacimiento, la exposici�n intrauterina a virus, las complicaciones obst�tricas (DeQuardo y col., 1996) y la edad de inicio (Lim y col., 1996) no est� clara. Estudios sobre las diferencias por sexo (Cowell y col., 1996) han obtenido resultados contradictorios. Las anomal�as en el tama�o del cerebro y del sistema ventricular, cuando est�n presentes, aparecen al comienzo de la enfermedad (Vita y col., 1997), lo que refuerza la interpretaci�n de que suponen una vulnerabilidad arraigada y no son consecuencia del curso de la propia enfermedad o del tratamiento m�dico.
     La correlaci�n de las anomal�as estructurales con s�ntomas o grupos de s�ntomas es menos evidente, aunque las asimetr�as parecen guardar relaci�n con los s�ntomas negativos (Messimy y col., 1984). Los s�ntomas negativos tambi�n parecen relacionarse con atrofia del l�bulo temporal izquierdo (Turesky y col., 1995). Cuanto m�s importantes son los cambios observados, mayor es la gravedad del trastorno del pensamiento y de las alucinaciones auditivas (Suddath y col., 1990).
     En situaciones basales, la SPECT muestra una disminuci�n del flujo sangu�neo cerebral (rCBF), especialmente en los l�bulos frontales, en m�s del 80% de los pacientes (Steinberg y col., 1995).
     La PET ofrece un cuadro parecido de anomal�as. Los estudios con SPECT y PET del flujo sangu�neo cerebral regional han correlacionado la presencia de s�ntomas espec�ficos o perfiles de s�ntomas con alteraciones en el flujo sangu�neo de diferentes regiones. En general, los s�ntomas positivos se asocian con hiperfuncionamiento en algunas �reas e hipofuncionamiento en otras, mientras que los s�ntomas negativos se correlacionan siempre con hipoperfusi�n (Sabri y col., 1997).
     El registro electrofisiol�gico del cerebro utilizando el electroencefalograma (EEG), revela que la mayor�a de las personas con esquizofrenia parece responder en exceso a est�mulos ambientales repetidos (como clicks reiterados y luces destelleantes) y tienen una capacidad limitada a la hora de suprimir material irrelevante (Freedman y col., 1997).
     Ex�menes post-mortem del tejido cerebral de individuos con esquizofrenia han detecado problemas en un tipo de c�lulas cerebrales: las interneuronas inhibitorias. Estas c�lulas aten�an la acci�n de neuronas principales, impidiendo que �stas respondan a demasiados est�mulos. Por tanto, impiden que el cerebro se vea desbordado por la llegada de demasiada informaci�n sensorial ambiental. Estas interneuronas producen normalmente varios neurotransmisores, como el �cido gamma-amino but�rico (GABA), que tiene una funci�n inhibitoria. Muchos neurotransmisores est�n disminuidos en las interneuronas de los que padecen una esquizofrenia (Benes y col., 1991; Akbarian y col., 1993).
     Considerados en conjunto, estos datos indican que en la esquizofrenia se produce un d�ficit en la regulaci�n de la actividad cerebral por interneuronas, de forma que el cerebro se excede en su respuesta a las muchas se�ales ambientales que recibe y que carece de la capacidad de descartar los est�mulos no deseados. Al mismo tiempo, se produce una disminuci�n del tama�o de los l�bulos temporales que procesan la informaci�n sensorial y que permiten que un ser humano desarrolle un comportamiento innovador y adecuado.
     Aunque las t�cnicas que se comentan en este apartado aportan indicios relacionados con la forma en que la esquizofrenia afecta al funcionamiento del cerebro, no pueden considerarse esenciales para el diagn�stico ni forman parte de la evaluaci�n cl�nica sistem�tica de los pacientes.
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